Consideran que el país puede priorizar reformas estructurales clave para mantener crecimiento.
Asesores del Fondo Monetario Internacional (FMI) consideran que, para impulsar un mayor crecimiento potencial, la República Dominicana puede priorizar reformas estructurales clave. Esto incluye mejorar la calidad de la educación para impulsar la productividad de la fuerza laboral.
Además, completar la reforma del sector eléctrico para mejorar la distribución, eliminar los apagones y mejorar la adopción de energía renovable; fortalecer la resiliencia de los sectores del turismo y la agricultura frente a los desastres naturales y el cambio climático.
También, abordar la informalidad del mercado laboral para una mejor calidad del trabajo; mejorar aún más el clima de negocios para lograr el estado de grado de inversión para atraer mayores niveles de inversión; y adoptar la tecnología y fomentar la innovación.
Los datos están contenidos en un artículo publicado ayer, elaborado por Frank Fuentes, asesor del director ejecutivo del FMI en representación de la República Dominicana; Emilio Fernández, jefe de Misión para la República Dominicana y subjefe de división en el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, y Alejandro Santos, asesor en el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
“Con las políticas adecuadas, el país tiene el potencial de convertirse en una economía avanzada en los próximos 40 años”, indican.
Los profesionales precisan que, si bien se avecinan riesgos, particularmente aquellos asociados con el cambio climático, la implementación continua de reformas destinadas a fomentar la productividad puede ayudar a mantener altas tasas de crecimiento, allanar el camino para un futuro próspero para su gente y eventualmente transformar a la República Dominicana en una economía avanzada por aproximadamente 2060.
“Tal progreso representaría un ‘cambio azul’ significativo en la historia del país y serviría como evidencia innegable de su desarrollo continuo”, señalan los expertos.
Convergencia de ingresos
Añaden que, a pesar de ser uno de los países más pobres de América Latina a mediados de la década de 1960, la República Dominicana ha logrado avances notables en términos de convergencia de ingresos.
Explican que la convergencia de ingresos generalmente se mide comparando el ingreso per cápita de un país con el de una nación más próspera, a menudo Estados Unidos.
Para la República Dominicana, esta relación alcanzó el 32 % en 2022, lo que indica que el nivel de vida del país es aproximadamente un tercio del de los Estados Unidos. Esto contrasta con América Latina en su conjunto, donde el nivel de vida promedio es alrededor de una cuarta parte del de los Estados Unidos.
Con las políticas adecuadas, el país tiene el potencial de convertirse en una economía avanzada en los próximos 40 años.
Convergiendo a velocidad “azul”
Los firmantes resaltan que lo notable del progreso de la República Dominicana no es solo el nivel de convergencia, sino también su velocidad en comparación con otros países de la región.
Al examinar la velocidad de convergencia promedio, o la tasa de cambio en la convergencia del ingreso por década, dicen que es evidente que la República Dominicana ha exhibido la velocidad de convergencia promedio más alta, o “desplazamiento azul”, en América Latina durante los últimos 50 años.
Agregan que Panamá y Chile han logrado velocidades de convergencia positivas igualmente significativas, pero aún más bajas, mientras que la mayoría de los países de la región han experimentado velocidades de convergencia muy bajas (“desplazamiento hacia el verde”) o negativas (“desplazamiento hacia el rojo”).
Apuntan que, a pesar de enfrentar desafíos, como la crisis de la deuda de la década de 1980, la economía de la República Dominicana ha estado convergiendo a un ritmo más rápido.
La velocidad de convergencia ha aumentado de un promedio de tres puntos porcentuales por década durante los últimos 50 años a casi ocho puntos porcentuales por década más recientemente.
Explican que ese desempeño notable se puede atribuir a varios factores, incluida la implementación de políticas sólidas, particularmente por parte del Banco Central, mejoras en el marco de políticas, una base de exportación más diversificada y la flexibilidad estructural de la economía ante las condiciones globales cambiantes.