
El tradicional cerdo en puya horneado, un elemento indispensable en la mesa navideña dominicana, enfrenta una escalada de precios que genera alarma entre la población.
Actualmente, la libra de esta carne se encuentra entre 750 y 850 pesos, un costo que ya impacta significativamente el presupuesto de las familias que se preparan para las festividades de fin de año.
La situación es aún más preocupante ante las proyecciones de los comerciantes. Se estima que, para la semana de Nochebuena y Año Nuevo, la alta demanda y los constantes incrementos en los costos de producción y distribución empujen el precio por encima de la barrera de los 900 pesos por libra, marcando un récord histórico para este producto.
Distribuidores y vendedores minoristas señalan que la variación diaria de los costos ha hecho que la comercialización de esta principal proteína de la dieta dominicana sea cada vez más insostenible.
Factores como el aumento en los insumos agropecuarios y los costos operativos están ejerciendo una presión incesante sobre la cadena de suministro, obligando a los vendedores a ajustar los precios constantemente.
Frente a este panorama, los consumidores ven con incertidumbre la posibilidad de incluir esta carne de cerdo en puya en el menú de la cena de Nochebuena.
La escalada de precios no solo afecta el bolsillo, sino que también amenaza una arraigada tradición cultural, llevando a muchos hogares a considerar alternativas más económicas o a reducir las porciones habituales.
La preocupación colectiva radica en la advertencia de que el cerdo se convertirá en un artículo de lujo para estas fiestas. Lo que antes era un plato accesible y común en cada hogar dominicano, ahora se perfila como un manjar reservado para aquellos con mayor poder adquisitivo, marcando una brecha en la celebración de la temporada festiva.
El sector comercial y los consumidores esperan algún tipo de medida estabilizadora por parte de las autoridades, aunque la realidad del mercado sugiere que el alto costo será la norma esta Navidad.
La población se prepara para unas fiestas donde la planificación económica será crucial para poder mantener vivas las tradiciones culinarias, lidiando con la inflación que azota uno de los productos más queridos del país.

