Diversos sectores de la vida nacional han manifestado su rechazo y profunda preocupación ante la decisión del presidente Luis Abinader de iniciar el año 2026 con lo que denominan la “sepultura definitiva” del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT), mediante su fusión con el Ministerio de Educación (MINERD).

La medida, que ha generado un fuerte rechazo en la comunidad académica y científica, es vista como el acta de defunción de la autonomía de la educación superior en la República Dominicana.

Según los críticos, esta fusión no responde a una mejora en la calidad educativa, sino a una estrategia que pone en riesgo el futuro profesional de miles de jóvenes.

El fin de las becas y la investigación científica

La principal alerta recae sobre la posible desaparición de programas vitales para el desarrollo del país. Expertos advierten que el financiamiento de investigaciones y la promoción de las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) pasarán al “sueño eterno” tras la absorción institucional.

“Al gobierno no le interesa formar nuevos profesionales competitivos, sino una masa de profesionales mediocres subordinados a los intereses de los poderosos”, expresan voces opositoras a la medida, quienes sostienen que los programas de becas nacionales e internacionales representan, para la actual gestión, una carga económica prescindible y no una inversión social.

Peligran el Inglés de Inmersión y programas de vulnerabilidad

Uno de los pilares que quedarían en el limbo es el exitoso programa de Inglés de Inmersión para la Competitividad.

Este proyecto, que ha servido como ascenso social para jóvenes en comunidades vulnerables de todo el país, podría desaparecer o ser desnaturalizado bajo la estructura del MINERD, limitando las herramientas de inserción laboral para la juventud dominicana.

Un retroceso institucional

Mientras otros países fortalecen sus ministerios de ciencia y tecnología para enfrentar los retos del siglo XXI, la República Dominicana se encamina a un retroceso institucional.

La desaparición del MESCYT no solo sepultaría el sistema de supervisión de las universidades, sino que dejaría acéfalo el liderazgo científico del Estado.

Los sectores afectados hacen un llamado al Poder Ejecutivo para que reconsidere esta decisión antes de que el 2026 marque el inicio del fin para la educación superior de calidad en el país.