
POR WAFAA SHURAFA and SAMYA KULLAB
JAN YUNIS, Franja de Gaza (AP) — Para Rida Abu Hadayed, el verano añade una nueva capa de miseria a la lucha diaria por sobrevivir en una Franja de Gaza devastada por la guerra.
Con temperaturas que superan los 30 grados Celsius (86 grados Fahrenheit), el amanecer comienza con los llantos de los siete hijos de Hadayed, que se sofocan dentro de la estrecha tienda de nylon de la familia desplazada. En el exterior, la humedad es insoportable.
La única forma en que esta madre de 32 años puede aliviar a sus hijos es abanicándolos con una bandeja o trozos de papel, lo que encuentre. Si tiene agua, se la echa por encima, pero eso es un recurso cada vez más escaso.
“No hay electricidad. No hay nada”, afirmó con el rostro perlado de sudor. “No pueden dormir. Lloran todo el día hasta que se pone el sol”.
El calor en Gaza ha agravado las penurias de sus dos millones de habitantes. La escasez de agua, el deterioro de las redes de saneamiento y la reducción de los espacios habitables amenazan con provocar enfermedades que se propaguen por las comunidades, según advierten desde hace tiempo los grupos de ayuda humanitaria.
El abrasador verano coincide con la falta de agua potable para la mayoría de la población gazatí, gran parte de ella desplazada en comunidades de tiendas de campaña.
Muchos palestinos en el sitiado enclave deben recorrer largas distancias a pie para recoger agua y racionar cada gota, lo que limita su capacidad para lavarse y mantenerse frescos.
“Estamos solo al comienzo del verano”, apuntó el esposo de Hadayed, Yousef. “Y nuestra situación es desesperada”.
Israel bloqueó la entrada de alimentos, combustible, medicinas y todos los demás suministros a la Franja durante casi tres meses. Comenzó a permitir una llegada limitada de ayuda en mayo, pero el combustible necesario para bombear agua de los pozos u operar las plantas desalinizadoras sigue sin entrar al territorio.
La escasez de combustible hace que solo funcionen el 40% de las instalaciones de producción de agua potable de Gaza, según un reporte reciente de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. Y todas enfrentan un colapso inminente. Hasta el 93% de los hogares enfrentan escasez de agua, según el informe de junio.
Los Hadayed fueron desplazados después de que las órdenes de evacuación los obligaron a abandonar el este de Jan Yunis.
“Nuestras vidas en la tienda son miserables. Pasamos los días echándoles agua en la cabeza y en la piel”, afirmó Yousef Hadayed. “El agua en sí es escasa. Es muy difícil conseguirla”.
El portavoz de UNICEF dijo recientemente que si no se permite la entrada de combustible al enclave, los niños morirán de sed.
“Mis hijos y yo pasamos los días sudando”, señaló Reham Abu Hadayed, una pariente de 30 años de Rida Abu Hadayed que también tuvo que salir del este de Jan Yunis. Le preocupa la salud de sus cuatro hijos.
“No tengo suficiente dinero para comprarles medicinas”, dijo.
Para Mohammed al-Awini, de 23 años, el calor no es la peor parte. Son las moscas y los mosquitos que asaltan su tienda, especialmente por la noche.
Without adequate sewage networks, garbage piles up on streets, attracting insects and illness. The stench of decomposing trash wafts in the air.
“We are awake all night, dying from mosquito bites,” he said. “We are the most tired people in the world.”
Sin redes de saneamiento adecuadas, la basura se acumula en las calles atrayendo insectos y enfermedades. El hedor de la basura en descomposición flota en el aire.
“Estamos despiertos toda la noche, muriendo de picaduras de mosquitos”, dijo. “Somos las personas más exhaustas del mundo”.