No quiero abundar mucho, porque yo conocí a Michel Dicent antes de ser administrador de la lotería y siendo funcionario nunca vi en él, eso que describían y mucho menos vinculado a un hecho aberrante de alterar el sorteo.
Hoy me llega esta imagen y no se si sentirme feliz, por no verlo rico o preso o triste por verlo quebrado y comenzando de cero.
Y la gran pregunta es: ¿Qué pasará ahora con su carrera, con su vida y quien paga todo lo perdido incluyendo el buen nombre?.