Danilo Cruz Pichardo
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Hay muchos jóvenes que tienen maestrías en estrategias de la comunicación en universidades nacionales o extranjeras. Pero todo el que puede aportar ideas políticas, en el marco de una campaña electoral, de una u otra forma es estratega.
Empero, el cruce de ideas entre teóricos expertos, inclusive con estudios de postgrado en la Universidad de Harvard, con aquellos que tienen muchos años en la política, es importante en un candidato que escuche, aunque finalmente tome y practique las que estime más convenientes. Un candidato escucha, pero finalmente coge y deja.
Desde la segunda mitad de la década de los 70 escucho decir que en una campaña electoral hay muchos aspectos importantes, pero hay tres que son fundamentales, como son finanzas, organización y comunicación.
Los dos últimos dependen del primero. Sin recursos económicos (por lo menos los necesarios) no se puede formar estructuras organizativas ni tampoco se puede diseñar estrategias en materia de comunicación.
Sin embargo, para que no haya mala interpretación, no estoy diciendo que los candidatos tienen que ser necesariamente personas adineradas, no. He conocido candidatos que no tienen cinco centavos, pero, desde antes de lanzarse o anunciar su aspiración, tienen definidas las fuentes financieras de sustento de campaña.
Bosch ni Peña Gómez eran líderes de poder económico, simplemente en sus respectivos partidos tenían equipos de finanzas que se encargaban de realizar actividades de recaudación de fondos y procurar aportes entre militantes y comerciantes amigos.
Además, era una época donde las posiciones políticas se asumían por convicciones ideológicas y éticas. El mundo ha cambiado.
Son múltiples los equipos que un candidato puede crear, pero el de estrategia nunca puede faltar. Y para diseñar estrategias eficaces hay que establecer fortalezas y debilidades del producto a vender (el candidato).
Esas cualidades a veces se pueden observar a simple vista, pero lo recomendable es la realización de estudios de investigación permanentemente, no solo para conocer lo que piensan los electores del producto que se oferta sino para identificar géneros, ubicación, situación económica, problemas principales, expectativas, entre otros aspectos, los cuales pueden variar de una localidad a otra e inclusive de un barrio a otro.
Cada campaña electoral es única e irrepetible, por lo que posiblemente de nada sirve implementar experiencias pasadas o de otros países, con características y circunstancias muy diferentes.
Naturalmente, se estudian todas y se escogen aspectos que podrían adaptarse a nuestra realidad.
Hoy día es altamente necesario que el candidato haga uso de los medios de comunicación social y de las redes sociales, pero su discurso de televisión, radio, youtube y otras plataformas virtuales necesariamente no es el mismo al de los encuentros personales y mucho menos al de las reuniones privadas.
El discurso, por conveniencia, tiene que variar en la forma y en el fondo dependiendo del público al que va dirigido.
A personas del pueblo, de limitada escolaridad, se les habla en el lenguaje más llano posible. En cambio, Si la reunión es con médicos, profesores o agrónomos, el discurso tiene que focalizarse en sus intereses particulares.
Aunque suele decirse que la gente no vota por programas de gobierno, siempre es importante que el candidato tenga propuestas definidas y si tiene que usar un lenguaje técnico, considerando el auditorio al cual se dirige, que lo use, pues es una forma de mostrar competencia para las soluciones de los problemas, cualesquiera que sean.
El candidato tiene que colocar su publicidad en función del segmento al cual se dirige. Los slogan debían ser breves y textos en forma de cápsulas. Se ha confirmado que la mayoría de las mujeres tienen preferencia por los espacios de farándula y cherchas.
Los jóvenes, también en su mayoría, por los de deportes y música urbana, mientras los hombres de 50 años en adelante se inclinan por los noticiarios, programas de entrevistas y comentarios en medios audiovisuales y digitales.
De igual manera, los más mayores ven y escuchan los programas deportivos y de música de su época.
Hay espacios que tratan temas científicos en medios audiovisuales y en algunas redes y el público que los consume regularmente es adulto de ambos sexos.
El candidato tiene que sacar provecho al uso de las redes, por ser económicas y tener mayor influencia, hoy día, que los medios tradicionales.
También las redes tienen su preferencia por edades y sexos. Los jóvenes se inclinan más por Instagram, mientras Facebook, aunque ha perdido usuarios, se mantiene fuerte entre personas, de ambos sexos, que superan los 35 años.
Hay que definir el trabajo de promoción en ambas redes.
El candidato no puede perder de vista que el Twitter es usado por personas de ambos sexos de todas las edades, exceptuando a adolescentes, y es donde están y escriben sus mensajes los miembros de las élites de los partidos políticos.
Un candidato debía escribir, cuidando la ortografía, de forma regular en esa red. Pero decenas de personas, con cuentas falsas y verdaderas, debían de estar preparadas para dar likes o me gusta y comentar el mensaje de su líder. Es una especie de orquesta cuyos integrantes tienen que estar en alerta a la señal del maestro.
Asimismo, el candidato tiene que tener una maquinaria preparada para comentar positivamente sus mensajes de promoción compartidos en los grupos de whatsapp.
Sin embargo, el candidato no puede limitar sus actividades proselitistas a los medios de comunicación y redes sociales. Tiene que trabajar los contactos personales, haciendo visitas, reuniones, caminatas, mítines y caravanas.
Para tales fines se requiere de estructuras fuertes, las cuales tienen que estar debidamente preparadas para las actividades y así mostrar músculos y dar golpes de impacto.
Tanto Balaguer como Peña Gómez, dos grandes tribunos, optaban por los mítines o concentraciones de correligionarios para exhibir sus delirantes discursos. Y cuando hacían caravanas, en ocasiones, las cerraban dirigiendo sus palabras a los seguidores.
Peña también optaba por las caminatas, una forma de emular a Carlos Andrés Pérez, expresidente de Venezuela, que era un caminante incansable, saludando y abrazando personas durante sus recorridos.
Hoy día los candidatos cuentan con expertos nacionales e internacionales en materia de marketing político y asesoría en materia de estrategia. Ya no se usan los discursos largos, solo hablar lo necesario y con ideas persuasivas.
Y hay temas que se evaden públicamente, como aquellos que son muy controversiales, digamos las tres causales, el matrimonio gay, entre otros. El tema haitiano es ineludible, lo van a tratar en todas las entrevistas, pero es suficiente con expresar aprobación a la aplicación de la ley 285-04.
Se aconseja, además, la forma en que debe vestir el candidato, dependiendo del sexo, color de piel y edad. Cuando Rafael Caldera participó en las elecciones de 1993, celebradas en Venezuela, ya tenía 78 años de edad y se le aconsejó que vista en pantalones jeans y camisa de cuadros.
El viejo político hizo su campaña como si fuera un jevito. Y es que el electorado universalmente es mayoritariamente joven, con el cual hay que conectar.
Un candidato no puede vivir del pasado ni ser rencoroso, tiene que tomar en cuenta que en política hay adversarios, no enemigos. Y esos adversarios siempre se pueden trabajar de una u otra forma, directa o indirectamente.
Recuerdo que Peña Gómez se propuso quitarle a Jacobo Majluta, entre 1986 y 1989, el mayor número de cuadros perredeístas y lo logró. Lo logró con simples visitas sorpresa a sus respectivos hogares.
Cuando llegaron los comicios de 1990 Peña alcanzó un 24% y Jacobo, que se levantaba después del mediodía, tuvo que conformarse con un 7%.
Peña Gómez es de estos fenómenos políticos del continente que no llegó a ser presidente en su país, pero capacidad estratégica no le faltó. Daba alto crédito a las alianzas, inclusive con organizaciones minoritarias.
Valoraba no tanto lo que sumaban numéricamente sino el impacto sicológico que tenían en el electorado.
Hay un aspecto que ningún candidato puede obviar y es que para la gente pobre y sin nivel educativo el político buena gente es el que da cosas materiales.
Es un error, pero mi generación va a desaparecer y no lograría cambiar de opinión a los más necesitados. Es la razón por la cual los planes de asistencias sociales contribuyen tanto con la aprobación de los gobiernos.
Siempre digo que para ser buen estratega no hay que tener nivel académico y mucho menos ser intelectual. Hace algún tiempo una persona que fue alcalde más de una vez, por Santo Domingo Oeste, se le ocurrió un estudio o levantamiento de mil familias pobres que no iban a votar por él.
¿Qué hizo? Una vez tenía identificadas a esas mil familias decidió visitarlas y entregar un sobre con mil pesos. Estamos hablando de una inversión de un millón de pesos. Ese candidato a alcalde no era el puntero en las encuestas y terminó ganando. Ese tipo es un genio.
Otra cosa importante es la escogencia de los delegados de mesas electorales. Los candidatos no otorgan la importancia que tiene el trabajo de un delegado, regularmente asignan ese trabajo a aquellos que son los menos indicados.
Siempre se ha dicho, con mucha propiedad, que las elecciones se ganan o se pierden en las mesas. En tal sentido, los delegados debían ser las personas más leales, instruidas e insobornables.
A los delegados de mesas no se les paga con pica pollo y mil o dos mil pesos. ¡Jamás! En caso de que se gane el delegado de mesa amerita ser premiado con un empleo acorde a su nivel educativo.