¡El entierro de un cementerio

Por Danilo Correa

Cuando usted llega al camposanto de “Santo” Domingo Este, observa un desorden muy bien organizado, como si estuviera en un Mercado Persa, cómo también en unos párrafos de Macondo o /en la Miopía de Río Hacha; pero sin higiene ni velorio sepultado en ese espacio del alma de la tierra…

‘NOS ENCAMINAMOS A PARTICIPAR EN EL ENTIERRO DE NUESTROS CEMENTERIOS, DONDE DEBEN DESCANSAR LAS MEMORIAS DE LOS HUMILDES/POBRES”

Las familias visitan de manera tímida por las noticias e informaciones recientes sobre el negocio entre un zacateca y el chofer de una funeraria, qué transportaba  seis neonatos cuyos cadáveres fueron tirados en la puerta de ese purgatorio; con la finalidad de ser enterrado en el estómago de una botella de Ron…

Pero se escandalizó el silencio de una sirena engañada, ultrajada/humillada; en esa alerta tembló la madrugada y entrando en armadura, las clásicas campanas de los templos morales que han difundido y continúan de una manera u otra soportando la cultura del último descanso de nuestras lágrimas disecadas a través del amordazado tiempo.

‘NOS ENCAMINAMOS A PARTICIPAR EN EL ENTIERRO DE NUESTROS CEMENTERIOS, DONDE DEBEN DESCANSAR LAS MEMORIAS DE LOS HUMILDES/POBRES”

Esta novedosa /clásica faena de profanar cristiana sepultura, tumba santificada por sus creencias religiosas y en la voz pueblerina de una estampada de vida, al servicio de la honestidad y su lucha por saborear la vida.. Entonces unos pendejos verdugos del olvido trafican y comercializan esos cadáveres con el tradicional perfil de los pobres. Además, en todo proceso electoral los difuntos han votados, ponen y quitan gobierno.

Es penoso peinar los callejones de ese cementerio y otros, lejos del razonamiento humano observamos vacas y perros reposando sobre cruces/biblias y misericordias del deterioro de las autoridades de los ayuntamientos, que tienen el deber y obligaciones de frenar ese horrendo irrespeto a esos espacios cristianos y sagrados por generaciones.

Hoy en día todo está en venta, existen aves de rapiñas en esas plazas públicas de cadáveres. Y todo los conoce; pero están protegidos por la podredumbre del poder.

“NOS ENCAMINAMOS A PARTICIPAR EN EL ENTIERRO DE NUESTRO CEMENTERIOS, DONDE DEBEN DESCANSAR LAS MEMORIAS DE LOS HUMILDES/POBRES”

El Cementerio Cristo Salvador de la comunidad San Isidro, en Santo Domingo Este, es una cueva/hoguera de leñadores de cadáveres, dónde el horizonte tiene olor azufre y sabor alcohol. Las flores que se les depositan a los difuntos no duran dos primaveras, regresan a la puerta del “camposanto”, para ser revendida por vagos del oficio.

De esa manera, esté gran deterioro encamina al entierro de ese y otros cementerios, espacios públicos tradicionalmente utilizado para el descanso de los fieles difuntos “Hay que vigilar e intervenir estos atracadores de cadáveres…”

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